jueves, mayo 12, 2011

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La nada misma me enfrenta a la posibilidad del todo. El vacio blanco me invita a empezar, por donde quiera. Sin limitaciones. Literalmente, puedo hacer lo que se me cante el culo.

El infinito queda chico frente a la no inmensidad de la blancura. Y esa inmensidad me atolondra. Apelotona un monton de lugares comunes a las puertas de lo que pudiendo ser una revelación, seguramente sera una historia más. No queda ni un lugarcito para que se cuele algo novedoso, algo que me sorprenda la mano a medida que bajan las órdenes.

Es la misma nada, o inmensidad, o como le quieran decir, la que me hace reparar en ella en vez de pasarla por el costado, y dejarla en el olvido tan sólo con la primera oración.