martes, enero 19, 2010

Innovando en Vacaciones - Cap. 1


La idea surgió de mi novia. El anonimato de vacacionar en un país extranjero nos invitaba a probar algo que en Argentina ni se nos hubiera cruzado por la cabeza. Nudismo.

Pasearme en pelotas frente a un montón de gente, no era una de esas cosas que hubiera anotado en mi lista de pendientes. Si me dicen que me quedan dos meses de vida, antes anotaría: el paracaidismo, hacer un safari por el África, y tener sexo con dos gemelas orientales. Tampoco se me hubiera ocurrido que ella lo podría llegar a proponer. Suelta de cuerpo, mientras le entraba a unas frutas que yo ni me animaba a probar, me dijo:
— ¿Y si hoy vamos a conocer la playa esa que nos contó el mozo del barcito de anoche?
Mi primera respuesta, mientras intentaba tragar un pedazo de bacon fue:
— ¿¡La playa nudista!?

Simplemente me dijo que sí, y se levantó a servirse un pedazo de ananá.

Me quedé sentado pensando un momento. No pude evitar mirarle el culo mientras caminaba hacia la mesa de frutas, y me imaginaba en la posibilidad de que se lo estén mirando cien tipos. Era un poco fuerte, pero también tenía ese gustito de: “Sí, miren todo lo que quieran, pero a la noche, ese culo vuelve a casa”.
Se sentó de nuevo, mirándome con una sonrisa pícara. Pude pensar sólo en dos opciones, o bien me esta probando a ver si estoy dispuesto a hacerlo, o realmente tiene ganas de ir bamboleando los senos frente a un montón de extraños. Como sea, lo único que se me ocurrió fue cantarle retruco para ver cómo reaccionaba.
La miré con total tranquilidad y le dije:
— Que bueno que quieras ir, yo tenía ganas, pero pensé que te ibas a enojar sólo con proponértelo. Terminemos de desayunar y vamos.

El resto del desayuno fue casi en silencio. Cruzábamos miradas cómplices, mezcladas con un poco de nerviosismo. Subimos al auto y arranqué en dirección a la famosa playa. Por momentos dudaba si me lo iba a bancar, por lo que la conozco, sé que ella también. Era como estar haciendo la cola para subir a una montaña rusa de esas que dan miedo, ninguno de los dos quería ser el primero en cuestionar lo que estábamos haciendo.

Para bajar el nivel de tensión empecé con mis típicos chistes nerviosos:
— Voy a ir hasta el mar sosteniendo la toalla sin usar las manos, como los del Golden. Y si querés, también llevo la heladerita, con hielo, y tres birras adentro.

Después de quince minutos de chistes que rondaban mi virilidad y la envidia de los demás bañistas, llegamos a la playa.

Mientras estacionaba, vi a un viejo con una carterita sobaquera y una sombrilla abajo del brazo, caminando hacia la playa. Orgulloso de su escroto estirado por los años y un culo que, lejos de ser agradable, evidenciaba la habitualidad del hombre en el lugar.
— ¿Vamos gordi?, dije esperando que esa imagen la haga recapacitar.
— Dale, vamos. ¿Nos sacamos todo ahora, o en la playa?
— Supongo que nos lo tenemos que sacar ahora. Capaz si llegamos vestidos nos echan.

Empezamos a desvestirnos en el auto, y yo no podía dejar de mirar para todos lados. Era una zona alejada del centro, no había otras playas cerca, algo conveniente para animarnos a salir del auto en bolas.

9 comentarios:

Let dijo...

no no nooooo, necesito saber como sigue la historia...

fushaa dijo...

1000€ a que no se aguantaron y tuvieron sexo en el auto!

Nationn dijo...

100 Guaraníes a que después de la imagen del Sr. no pudiste llevar la toalla con dignidad... ni hablar de la heladerita con 2 birras!

Anónimo dijo...

y? Como sigue? no nos dejes con la intriga! no hagas la gran juan! jajaja

The Tarambana dijo...

la semana que viene aparece la segunda entrega... atenti!

Anónimo dijo...

El Sr. Anonimo tiene razon, no hagas la gran Juan y continua, y recuerda que un loco no es tal si se aceptan sus razones. Desde la gelida Siberia. Dimitri Garchanov Culienev. (desde un teclado etrusco sin enies ni tildes)

Let dijo...

me encantaría saber que sigue AHOOOOORA!

fushaa dijo...

bis
bis
bis

vV dijo...

ajjajajaaj genial, ojalá hayas tomado notas de mas anecdotas vacacionales!