viernes, marzo 01, 2013

automatique


Veo una luz tenue, seca. Se extingue pero no muere, esta esperando. Tintinea con el viento, baila con unas hojas que quieren volar su único vuelo.  Me salgo de la manchita que llama mi atención para ver las cosas de lejos. Hay una perspectiva de diagonales convergentes en un punto minúsculo que no conduce a nada. Silbo una melodía, la melodía, la que siempre silbo, que no sé de dónde salió. Hay caminos que aparecen cuando los demás no tientan. Otro sorbo de mareo y las defensas que siguen en su caída libre de hoja seca. Aflora con esto un dulzor que empalaga y da ganas de patear un tacho para desmitificar a los ídolos. La escritura no se pide, aparece cuando quiere, mientras las diagonales se pierden, las hojas caen, la luz no se apaga y la noche toma carrera para pegarme un patadón en la nuca en cuanto mire para otro lado. Me detengo en los acentos para no seguir con algo que parece errático, incongruente y peligroso. Las subrayadas rojas me ponen de mal humor y me recuerdan a las profesoras que por culo inquieto me tenían cagando, y disfrutaban de tacharme hojas enteras con sus rojos sangre y una nota al pie diciendo que debería charlar más y corregir menos, o viceversa, da igual, hoy yo me cago en ellas. Vale no detenerse, vale avanzar, mirando para atrás sólo de a ratos, siguiendo la luna adonde ella quiera, doblando una esquina que no recomiendan, buscando algo que nunca aparece. 

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