domingo, febrero 18, 2007

¿La mejor hora?




me siento en la cama después de una de esas siestas de domingo que me dejan más cansado que antes. Para cuando puedo abrir los dos ojos me doy cuenta de que el lunes me viene pisando los talones y en el baúl trae el equipo de GNC y todas las responsabilidades de la semana. Una de las formas de perderlo un poco de vista es acelerando en la curva y organizando un programa para la noche del domingo, que no incluya secretarias ligeras de ropa, ni manzanas, ni cuchillos, ni un conductor con una gamba de madera. Ir al cine, por ejemplo, evita que miremos por el espejo retrovisor. Mirar implica, indefectiblemente, que nos deprimamos sabiendo que no tenemos chances de ganarle, que ni más tarde ni más temprano, sino exactamente a las 23:59 del domingo tiramos un rebaje y nos dejamos adelantar por el lunes.

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